Informe Económico de Coyuntura
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Saliendo de una economía artificial




La Economía argentina está en transición, saliendo de un esquema de precios artificiales e inflación reprimida. Y liberando el movimiento de capitales y las restricciones al comercio exterior.

Este cambio de precios relativos junto a la salida del default y la reinserción en el mercado de capitales internacional resultan claves para retomar una senda de crecimiento después de cuatro años de estanflación.

Inflación Minorista

De allí que los primeros meses del año han sido dedicados a reducir subsidios a la energía y al transporte, a liberar el tipo de cambio y a moderar la expansión monetaria vía una agresiva política de tasa de interés y colocación de Letras de corto plazo por parte del Banco Central.

Los menores subsidios, aunque todavía falta, permiten bajar el déficit fiscal, pero impactan directamente sobre los precios al consumidor, que ahora paga directamente lo que antes se pagaba vía gasto público, y por lo tanto afectan el salario real y el poder de compra.

A su vez, la suba inicial en el valor del tipo de cambio afectó el precio de los alimentos, lo que también se reflejó en una caída del salario real.

Es decir estos que estos primeros meses del año transcurren con “precios nuevos” y “salarios viejos”. Con elevadas tasas de interés real para que el traslado a precios de la devaluación sea el menor posible y para estabilizar el tipo de cambio. Y con un bajo nivel de actividad producto de esta caída del poder de compra de los consumidores, sumado al “sobre consumo”, en particular en electrónica e indumentaria, alentado el año pasado en el desborde de gasto populista y afectada, además, por la crisis brasileña, en particular en el sector automotriz.

Pero, como se mencionó, sin pasar por estos cambios de precios relativos no se puede alentar la inversión que se requiere para recuperar infraestructura y capacidad de crecimiento.

En síntesis, estos meses, y seguramente todavía abril y mayo reflejarán la peor parte del año: con los costos de la transición y, todavía, sin los beneficios plenos de la normalización de precios y de la posibilidad de acceder al crédito externo para financiar las nuevas inversiones.