Informe Económico de Coyuntura https://iec.consejo.org.ar/apuntando-a-una-tasa-de-inflacion-del-80-anual/ |
Apuntando a una tasa de inflación del 80% anualEn abril, la tasa de inflación mensual resultó del 6,0%, con lo cual registró una ligera caída respecto del “pico” observado en marzo (6,7%), mes en el cual impactó de manera plena la suba abrupta de los precios de los commodities agrícolas y energéticos a nivel global como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania. Sin embargo, pese a esta caída, la tasa de inflación continuó ubicándose en los niveles más altos de los últimos veinte años, con los precios corriendo a una velocidad interanual del 58,0% en abril y prolongando la tendencia alcista observada al cierre de 2021 (50,9% dic/dic) y de 2020 (36,1% dic/dic). Los relevamientos de precios de alta frecuencia muestran una reducción adicional de la tasa de inflación en mayo, tal como ocurrió luego de los “picos” inflacionarios gatillados por las correcciones cambiarias de 2015, 2018 y 2019. De modo que, pasado el fuerte impacto inicial del shock de precios externos y sin una corrección cambiaria, es probable que veamos un proceso desinflacionario no tan diferente al de los shocks inflacionarios de:
No obstante, es probable que esta reducción esperada de la tasa de inflación resulte sustancialmente más moderada que en los casos anteriores, básicamente por tres factores:
Sin reacción y sin amortiguadoresSin respuestas de política económica contundentes del Gobierno frente al reciente incremento de precios -sean heterodoxas u ortodoxas- que apunten a revertir o, al menos, moderar el reciente aumento de las presiones inflacionarias, luce improbable que la tasa de inflación disminuya significativamente en el futuro próximo. Menos aún, cuando no se vislumbran decisiones que busquen quebrar las elevadas expectativas y, de esa forma, influir en las decisiones de precios y salarios de las familias y empresas. En rigor, las decisiones recientes del Gobierno convalidan el reciente incremento de precios: (i) al estimular un adelanto de las paritarias y de la suba del salario mínimo; (ii) al anticipar el incremento de los mínimos no imponibles impositivos y de las escalas del monotributo; y (iii) al lanzar el Plan Platita II, lo que implicará una inyección de pesos no menor en el circuito económico. A todo lo cual, además, se le suma el incremento de las jubilaciones y de otras prestaciones sociales fijados por la Ley de Movilidad, que agregarán más nominalidad al proceso inflacionario actual y tendieran incrementar las expectativas de inflación. Por tanto, cabe esperar un ritmo importante de expansión del gasto doméstico en pesos. Pero en un contexto donde la producción interna crece a un ritmo menor por las mayores restricciones existentes (cambiaria, energética, sequía y de insumos externos por la guerra y China), esta aceleración del gasto doméstico en pesos, si bien puede traccionar la producción local, es claro que también va a provocar un incremento de las presiones inflacionarias y de la demanda de importaciones, que en un contexto de restricciones a las compras al exterior y expectativas de inflación en alza acentuará las presiones inflacionarias. Por tanto, con continuidad de políticas económicas con sesgo expansivo y con expectativas inflacionarias elevadas, en un escenario relativamente optimista, aun cuando se evitara una megadevaluación, de producirse una dinámica desinflacionaria más moderada que en las ocasiones anteriores, la tasa de inflación podría estar cerrando el año en niveles en torno al 80%, consolidándose así un régimen de más alta inflación y más inestable. |