El alza de la tasa de interés que fija la Reserva Federal, y la perspectiva de que las presiones sobre el mercado de trabajo y la tasa de inflación derivadas de la política expansionista de la Administración Trump obligarán a subas más frecuentes e intensas, sumado a los problemas políticos europeos, ha signado el mapa de los flujos de capitales y el apetito por activos menos riesgosos. El creciente déficit fiscal de Estados Unidos y la emisión de deuda consecuente presiona, a su vez, sobre las tasas de interés de largo plazo, completando así un cuadro negativo para la liquidez global y el escenario de crédito abundante y barato que caracterizó la última década.