El crecimiento de la proporción de deuda remunerada en relación a la Base Monetaria muestra la gran dificultad y el alto costo que implica para el Banco Central tratar de cumplir con sus metas de inflación en un entorno de alto déficit fiscal financiado con deuda externa por parte del Tesoro.
El Tesoro se endeuda en dólares, pero necesita pesos. Para evitar que estos pesos presionen sobre la tasa de inflación, el Banco Central los reabsorbe emitiendo deuda de corto plazo (Lebacs y Pases) por los que paga una tasa de interés que trata de ser positiva respecto de las expectativas de inflación.
Ello obliga, entonces, a acumular un stock de deuda de corto plazo que ya supera en más de un 10% el stock de la Base Monetaria. La necesidad de ir reduciendo el déficit fiscal para desarmar este esquema se hace cada vez más imperioso.