Hacia un régimen inflacionario más alto e inestable

Aún cuando no se produjo un salto cambiario y/o un tarifazo e incluso se diluyó el impacto de la invasión de Rusia en los precios de los commodities, la tasa de inflación se ubicó en el 7.0% mensual en agosto último, consolidando así la tendencia alcista iniciada desde mayo 2020 el momento de mayor enfriamiento de precios producto de la pandemia.

De este modo, con este dato se va consolidando un régimen inflacionario más agudo, con una tasa de inflación que trepó del 2.6% mensual durante la pandemia (abril-diciembre 2020) al 3.5% mensual en el período de salida (enero-enero 2022) y que luego saltó al 6.7% en marzo para registrar posteriormente en julio y agosto dos variaciones mensuales del 7% o más. O sea, hay en marcha un proceso inflacionario que va consolidándose en escalones superiores, con los últimos tres meses con precios corriendo a una velocidad anualizada del 114%.

De la inflación de agosto, tomando la desagregación de precios del índice de la región del Gran Buenos Aires como proxy de la inflación a nivel nacional, se puede señalar que:

  1. La política cambiaria de restricción de los pagos al exterior y el aumento de las expectativas de devaluación habrían influido, por ejemplo, en los incrementos de precios de los rubros de indumentaria (9.7%), y equipamiento del hogar (8.6%).
  2. El componente inercial e indexatorio del proceso inflacionario actual continúa latente, reflejado en los aumentos de precios del mes de las expensas (12.0%), las prepagas (11.3%) y el transporte público (12.9%).
  3. La política cambiaria de suave deslizamiento del dólar, de segmentación de tarifas y de incrementos salariales continúan actuando como anclas antiinflacionarias, lo cual se refleja en el persistente atraso del tipo de cambio real (de más del 10% en lo que va del año), en las tarifas (de más del 6.8% en lo que va del año), y en la caída del salario real (del 4.4% en lo que va del año para el salario privado formal).

Perspectivas

La decisión del flamante ministro Sergio Massa de aferrarse al programa económico del acuerdo con el FMI y de utilizar en el corto plazo el ancla fiscal y monetaria para compensar los efectos negativos que tendrán sobre los precios los ajustes de tarifas que vienen y la decisión de convalidar un ritmo mayor de devaluación del peso para evitar una pérdida de la competitividad cambiaria, nos hace prever tasas de inflación similares o incluso ligeramente más elevadas en los próximos meses que las actuales. De modo que prevemos una tasa de inflación elevada para fin de año, superando los tres dígitos en la variación interanual.

En un plazo mayor e ingresando en 2023, conforme se aproxime el ciclo electoral y las demandas políticas comiencen a dominar, es probable que se produzca un viraje en el enforque antiinflacionario del Gobierno. En tal caso, una vez que finalice la actual tanda de ajustes tarifarios, prevemos un endurecimiento de las políticas anti-inflacionarias del Gobierno, que incluya una mayor intervención estatal, con el propósito de reducir las presiones inflacionarias. No prevemos una reducción de la tasa de inflación para 2023 como la que proyecta el proyecto de Presupuesto para el año próximo (60% dic/dic), pero este nuevo enfoque podría hacer que la tasa de inflación baje un escalón, al menos, transitoriamente, durante el ciclo electoral y finalice el año ligeramente por debajo del 2022.