En los primeros tres meses de impacto de la pandemia se produjo un notable deterioro de las condiciones del mercado laboral que, de no revertirse en tiempos razonablemente rápidos, podría tener consecuencias estructurales sociales negativas e implicancias importantes de política económica hacia delante.
El principal impacto de la pandemia sobre el mercado laboral se produjo sobre la demanda de empleo, ya que ésta experimentó un derrumbe del 20,1% interanual en el segundo trimestre del año y, en consecuencia, la economía perdió 2,5 millones de puestos de trabajo en los 31 aglomerados urbanos relevados. Es decir, en la economía repentinamente dejó de trabajar casi el 20% de los trabajadores en un trimestre.
Si asumimos una relación empleo / producto en niveles históricos (supuesto “fuerte”), esta caída de la demanda de trabajo respondió aproximadamente a:
- un 55% por el derrumbe del nivel de actividad económica asociado a la pandemia que azotó al mundo en dicho período. O sea, se perdieron 1,4 millones puestos de trabajo por la actual parálisis económica.
- un 45% a otros factores, que en gran medida puede ser adjudicadas a las restricciones a la circulación de las personas dispuestas por el Gobierno (el aislamiento social preventivo y obligatorio, ASPO) y a decisiones voluntarias de las propias personas. O sea, se perdieron otros 1,1 millones puestos de trabajo por la cuarentena y la menor circulación de las personas.
El impacto de la retracción de la demanda de empleo no resultó homogéneo en el mercado laboral. En términos ocupacionales, el impacto más significativo se produjo sobre los trabajadores sin descuento jubilatorio y por cuenta propia, con caídas de empleo del 43,3% y 27,9% interanual, respectivamente. Además, en términos sectoriales, la caída fue proporcionalmente más intensa en los sectores hoteles y restaurantes (-42,5% a/a), construcción (-40,3% a/a), servicio doméstico (-38% a/a), servicios sociales, personales y esparcimiento (30,6% a/a) y comercio (-25,6% a/a).
Esta fortísima caída del empleo determinó un aumento de la tasa de desempleo del 10,6% al 13,1% entre el segundo trimestre de 2019 y del 2020. Este incremento de la tasa de desempleo no resultó mayor debido a que la mayor cantidad de personas que fueron afectadas por el ASPO no buscaron activamente empleo -o no pudieron hacerlo, tanto por la cuarentena como por decisión propia- y eso hizo que la oferta de trabajo también se retrajera. De esta forma, si la oferta de trabajo no se hubiera contraído -o sea, quienes no trabajaron en el segundo trimestre hubieran estado buscando empleo-, la tasa de desempleo hubiera trepado desde niveles del 13,1% a valores del 29%.
Estabilidad social
El proceso de lento desconfinamiento social y la mejora del nivel de actividad económica deberían dar lugar a una recuperación de la demanda y la oferta de empleo.
Esta recuperación, sin embargo, no implica que la economía retorne rápidamente a los niveles de empleo pre-pandemia ni que tampoco la mejora resulte lineal. La recuperación de la demanda y oferta de empleo es muy probable que vaya a velocidades diferentes. Conforme avance el proceso de desconfinamiento social, la oferta de empleo debería aumentar. De hecho, con menores ingresos que antes de la pandemia, es probable que el aumento de oferta de empleo resulte muy significativo, ya que no sólo buscarán activamente empleo los jefes de familia sino también otros integrantes de la familia.
La recuperación de la demanda de empleo, por su parte, es probable que avance a una velocidad menor. Primero, porque estará limitada por el ritmo de recuperación económica, el cual luce que será lento. Los datos de actividad muestran una marcada desaceleración económica en el inicio del tercer trimestre, dentro de una dinámica de recuperación económica frágil e inestable. Segundo, porque estará limitada por la posibilidad de algunos sectores de retornar a la vieja normalidad -turismo, esparcimiento, comercio-. Y tercero, por la capacidad del sector informal de retornar al mercado laboral, que para este segmento es muy flexible. En particular, si tomamos el caso del mercado laboral norteamericano por su flexibilidad, todo indicaría que la recuperación, aun cuando puede ser importante, estará lejísimos de tener la misma velocidad que la contracción.
De este modo, es probable que veamos muchos trabajadores retornando al mercado laboral junto a una lenta recuperación de la demanda de empleo, la cual tardará mucho en recuperar los niveles pre-pandemia. Esta combinación debería traducirse en un fuerte aumento de la tasa de desempleo en los próximos trimestres, aún con empleo creciendo, y con un Gobierno que seguramente continuará impulsando políticas de estímulo laboral.