Problemas y dilemas

En un contexto fuertemente recesivo y de creciente presión cambiaria, el Gobierno enfrenta el viejo problema de cómo restaurar en forma simultánea los equilibrios interno y externo.

En términos del equilibrio interno, el Gobierno enfrenta una situación extremadamente compleja, tal como analizamos en los sectores de actividad y empleo del presente informe. Esto es, la necesidad de revertir una fuerte contracción del nivel de actividad económica, que en el segundo trimestre implicó una caída de la producción local del 19,1% interanual y que junto con el confinamiento social asociado a la pandemia provocó una destrucción del 20,8% de los puestos de trabajo del país (en los 31 aglomerados urbanos encuestados).

En términos del equilibrio externo, el Gobierno enfrenta una presión cambiaria y sobre las reservas del BCRA que luce insostenible en el tiempo, como describimos en el sector de actividad. En particular, no luce sostenible una dinámica cambiaria donde el BCRA viene perdiendo reservas a razón de más de u$s1.000 millones por mes desde agosto último y con brechas cambiarias crecientes que ya trepan al 100% y tornan inestable al sistema económico.

El problema para el Gobierno radica en la dificultad para alcanzar ambos objetivos en forma simultánea. La teoría económica tradicional sugiere impulsar políticas fiscales, monetarias y de ingresos expansivas para expandir la producción, reducir el desempleo y restablecer el equilibrio interno.

A su vez, la teoría económica tradicional también nos sugiere la necesidad de impulsar políticas que apunten a converger hacia un tipo de cambio único, dada la inestabilidad macroeconómica inherente a brechas cambiarias elevadas y a una pérdida de reservas persistente (aunque sin descartar tipos de cambio efectivos diferenciales y controles de capitales macro-prudenciales).

El conflicto entre ambos objetivos se presenta en que impulsar políticas expansivas generan más demanda de dólares e incrementan aún más la presión sobre el tipo de cambio, agravando el cuadro de inestabilidad e incertidumbre cambiarias. Y, por el otro lado, en que una unificación rápida del mercado de cambios tiene fuertes impactos contractivos sobre la producción y empleo.

O sea, sin algo más, lograr ambos objetivos en términos simultáneos luce muy difícil.

La solución del Gobierno al dilema argentino actual

Los comentarios recientes de las principales autoridades económicas sugieren que el Gobierno ratificó la elección y continuará apostando por recuperar el equilibrio interno, sabiendo de antemano que deberán tener que administrar el desequilibrio externo.

Como analizamos en el informe del mes anterior, esto implica continuidad de la lógica de política económica plasmada en el proyecto de Presupuesto 2021. El eje de la política económica continuará girando sobre una política cambiaria de fijación del tipo de cambio por parte del BCRA, sobre la cual se montarán políticas fiscales, monetarias y de ingresos expansivas para estimular la demanda doméstica y motorizar el mercado interno. Por tanto, mientras que esa política de tipo de cambio fijo del BCRA no colapse y el proceso de desconfinamiento social avance, es probable que la reciente recuperación económica se prologue en el tiempo con controles cambiarios crecientes.

Sin embargo, conforme haya algo más actividad económica y la cantidad de pesos excedentes no se reduzca, todo indica que la presión cambiaria igualmente irá en ascenso. Por tanto, el escenario más probable sigue siendo de recuperación moderada y frágil con un primer riesgo elevado de recaída por inestabilidad cambiaria y financiera y con riesgos posteriores asociados a escasez de oferta de productos importados que puedan trabar el proceso productivo local (por exceso de controles) y el de converger hacia un régimen de más alta inflación.

 

Hernán Hirsch
Octubre 14 de 2020