Recuperación económica versus consistencia macroeconómica

En un contexto de creciente malestar social provocado por la depresión económica y las limitaciones que generó la pandemia, el Gobierno anunció que impulsará un paquete de 60 medidas cuyo principal objetivo será reanimar la economía, el cual será lanzado con la presentación del proyecto de Presupuesto 2021.

Al momento, tanto las señales de política económica sobre lo que viene como las condiciones iniciales sobre las que partirá el plan gubernamental de las 60 medidas no permiten asegurar un escenario de recuperación económica sostenida. Aun cuando la reestructuración de deuda en dólares resultó muy exitosa en términos de adhesión y reducción de los pagos de deuda y se logró una incipiente normalidad en mercado de capitales local, el escenario que viene no luce fácil.

Por un lado, las señales de política económica no son claras. De un lado, se advierten indicios de mayor consistencia en la política macroeconómica, ingrediente necesario para tranquilizar (en serio) la economía y que las familias y empresas puedan extender su horizonte de planeamiento. En política fiscal, en julio el Gobierno pisó el freno: el ritmo de expansión del gasto público primario se desaceleró fuerte respecto del segundo trimestre: 59,2% versus 87,2% interanual. En política monetaria, sucedió algo similar: la base monetaria no creció en agosto. Y en coordinación de política fiscal y monetaria, el financiamiento monetario al fisco se redujo a $60 mil millones (MM) en agosto, desde $171 mil millones en julio y $281 mil millones de promedio mensual del segundo trimestre.

Sin embargo, junto a esta mayor prudencia fiscal y monetaria, también existen señales de promesas de políticas económicas más expansivas, que empañan la perspectiva de que el gobierno vaya a impulsar una política económica consistente. La ampliación del Presupuesto 2020 -que puede no ser la última del año- incrementó el gasto primario en $1.800 MM y llevó el déficit fiscal primario a más de 8% del PBI para el año. El anuncio reciente del Ministerio de Economía respecto de que enviará un Presupuesto 2021 con un déficit primario de 4,5% del PBI para el año próximo tampoco implica gran moderación para delante. En particular, cuando se espera un rebote económico importante y un incremento de la presión tributaria para el próximo año. A lo cual se suma la intención de no convalidar la presión cambiaria existente, política que puede costarle más reservas al Banco Central.

Por otra parte, las condiciones iniciales del plan de las 60 medidas son muy complejas. El programa arranca con un déficit primario de los más altos en términos históricos (8% del PBI) y sin mercado de capitales que lo ataje. A esto se agrega una política cambiaria que no luce sostenible, con un Banco Central que está perdiendo reservas a razón de casi u$s1.000 millones por mes con un control de cambios al cual le queda cada vez menos margen de endurecimiento.

Hacia dónde vamos

Si nos guiamos por los comentarios del Ministro de Economía, el plan de las 60 medidas tendrá como principal objetivo reanimar la economía motorizando el mercado interno con políticas expansivas. Motorizar el mercado interno requiere preservar el poder de compra de los trabajadores e inyectar dinero en la economía, especialmente en aquellos sectores de menores recursos, cuya propensión a gastar es mayor al promedio (y se estima que demandan menos divisas). En la práctica, esta lógica de política económica lleva a las autoridades a evitar un ajuste brusco del tipo de cambio y, en consecuencia, a:

  • Mantener una política cambiaria de “crowling peg” de suave deslizamiento del dólar oficial -probablemente similar al 2,5/3% mensual actual-, que apuntará a actuar tanto como ancla o cuasi ancla nominal de precios y también como instrumento para no perder competitividad cambiaria.
  • Preservar la política de administración de precios bien amplia, que podría incluir precios cuidados, precios máximos en algunos casos, y control tarifario y de algunos precios claves.
  • Profundizar la política de administración de comercio externo y de divisas, dada la dinámica de pérdida de reservas del BCRA, que incluirá un endurecimiento del acceso de divisas al tipo de cambio oficial cada vez más selectivo, y la búsqueda y/o creación de nuevos mecanismos e instrumentos de intervención para lidiar con el problema del desequilibrio actual del mercado de cambios.

En tal sentido, al momento, no está claro cómo el Gobierno podrá lidiar con el problema de pérdida de reservas. Como señalamos, una política cambiaria que conlleve un ritmo de pérdida de reservas de u$s1.000 M por mes no es sostenible en el tiempo. Esto hace que el escenario macroeconómico siga siendo incierto e inestable, todo lo cual hace prever prontas decisiones de parte del Gobierno. Mientras no se produzca un ajuste brusco del tipo de cambio, es probable que la dinámica de recuperación económica (moderada) prosiga, pero será con un riesgo elevado de fuerte recaída del nivel de actividad en el futuro no tan lejano.

Hernán Hirsch
Septiembre 11 de 2020