Se consolida el proceso inflacionario

En abril, la tasa de inflación mensual se ubicó en 4,1%, con lo cual por séptimo mes consecutivo se situó en niveles entorno al 4% mensual, estabilizándose en un escalón sustancialmente más elevado al observado en los primeros meses de la pandemia e incluso al del equilibrio inestable verificado durante el período 2018-2019. De esta forma, el incremento de precios acumulado en lo que va del año alcanza el 17,6%, haciendo perder total credibilidad a la meta de inflación del Gobierno para el año 2021 (29%).

En tal sentido, conviene repasar las principales características del actual proceso inflacionario:

  1. Se verifica sin que medie un golpe cambiario, tarifario y/o salarial, tal como ocurrió durante el período 2018-2019. En ese entonces, si bien la tasa de inflación en términos anuales fue más elevada (53,8% “punta” en 2019), en momentos de estabilidad cambiaria convergía a valores que hoy lucen reducidos, encontrando un equilibrio más bajo que el actual (2/2,5% mensual), aún cuando ese equilibrio era inestable (producto de los “fogonazos” cambiarios).
  2. Se está estabilizando en valores elevados. Esto se refleja no sólo en una tasa de inflación que ya muestra persistencia en niveles altos, alrededor del 4% mensual durante los últimos siete meses y con precios en el margen viajando a una velocidad del 63% anualizada en los últimos tres, sino también en una menor variabilidad entre los precios de los distintos bienes y servicios. O sea, en promedio, la variación de los precios de los bienes y servicios de la economía se está produciendo en forma cada vez más homogénea en el tiempo. Esto indicaría que estos niveles de inflación elevados y persistentes están generando comportamientos adaptativos en las decisiones de precios y salarios de las empresas y familias, donde las variaciones de los diferentes precios son muy similares, todo lo cual termina convalidando e incluso retroalimentando el proceso inflacionario. De hecho, las expectativas de inflación (UTDT) treparon del 42,9% al 50,2% entre diciembre 2020 y mayo 2021. Y conforme subieron las expectativas de inflación, las demandas salariales de los gremios también aumentaron. Las paritarias, que en febrero e incluso en marzo habían comenzado a cerrarse en torno a la meta oficial del Gobierno del 29% anual (con cláusula de revisión), en abril aumentaron al 32,9% promedio anual, mientras que las rubricadas en mayo ascendieron a 36,8% anual (en este caso, incluyeron hasta dos instancias de revisión).
  3. Una falla del ancla cambiaria. Porque a pesar de la decisión del BCRA de moderar el ritmo de depreciación del peso contra el dólar, que viaja a un ritmo del 18/20% anualizado desde marzo, la tasa de inflación no bajó ni tampoco se redujo la inflación mayorista -usualmente más vinculada a los precios del comercio exterior-. Más aún, los precios mayoristas experimentaron un aumento del 4,8% en abril, ubicándose en niveles elevados desde junio del año pasado.
  4. Se produce luego de una expansión de la oferta de dinero significativa. Aunque la base monetaria aumentó “apenas” 30% “punta” en 2020, el aumento del multiplicador provocado por la reducción de encajes dispuesto por el BCRA hizo que la cantidad de dinero medida a través del agregado monetario M2 privado, el que más vinculado está con los precios, creciera un 79% “punta” en 2020.
  5. Continúa produciéndose a pesar de la reciente moderación de la política fiscal y monetaria impulsada por el Gobierno. La reducción del déficit primario observada en lo que va del año hizo que la emisión monetaria destinada a financiar al fisco sea prácticamente nula y que el agregado monetario M2 privado creciera en mayo a un ritmo anualizado del 23% (tomando el dato de los últimos tres meses anualizado y desestacionalizado).

Alimentando el proceso inflacionario

Si, tal como parece, el Gobierno mantiene la política de ancla cambiaria y tarifaria y endurece la política de control de precios hasta las elecciones, es probable que la tasa de inflación se estabilice en los actuales niveles y que incluso veamos alguna reducción en los próximos meses.

Sin embargo, sin una mínima ancla inflacionaria, con una casi nula credibilidad para coordinar decisiones de precios y salarios a la baja, con expectativas inflacionarias en alza y con paritarias renegociándose para arriba, siendo incluso convalidadas por el Congreso de la Nación al disponer un incremento salarial del 40%, luce extremadamente improbable que la esperada caída de la tasa de inflación resulte significativa y sostenible en el tiempo. En particular, más allá de las próximas elecciones.