La volatilidad cambiaria, y su transmisión a los precios de la energía, siguen marcando la aceleración de la tasa de inflación y de las expectativas de inflación para lo que resta del año. Ya queda claro que el esfuerzo de desinflación se concentra en limitar o moderar el traspaso a precios de los aumentos del tipo de cambio y de los precios regulados. Ello implica una mayor contracción monetaria y un menor nivel de consumo como elementos “disciplinadores” de dicho traslado. Por otra parte, la prioridad de corto plazo está puesta en despejar dudas sobre la vulnerabilidad externa de la Argentina, aún aceptando los costos en materia, inflacionaria, de actividad, salario real y ocupación.